Plaza de España

Plaza de España


 

La ciudad de Palma ha sido amurallada en diversas épocas. La primera muralla se cree —pues no se sabe con seguridad— que fue construida durante los siglos IV y V, la cual abarcó una parte importante de la ciudad romana. Una segunda muralla, ésta ya mucho más extensa pues comprende todo el centro histórico de Palma, fue construida en época islámica, concretamente en la época del soberano de la taifa de las Baleares, Mubashsir Nâsir al-Dawla (1095-1114). Este nuevo recinto estuvo condicionado por la orografía y por el trazado preexistente de las calles donde se colocaron las ocho puertas de la muralla de Madina Mayurqa.

Éstas fueron las murallas que se encontró Jaime I cuando sitió y conquistó Madina Mayurqa en 1229. Estas murallas medievales defendieron Palma hasta el siglo XVI. La aparición de la artillería desde el siglo XV, fue retirando la maquinaria de asedio que se había usado tradicionalmente (escalas, torres móviles, catapultas…). A mediados del siglo XVI apareció el cañón, arma de artillería pesada capaz de destruir las murallas medievales (que eran altas y no lo suficientemente gruesas para absorber el impacto de los proyectiles). Este avance tecnológico, unido a la creciente amenaza turca, provocó que las autoridades insulares pidiesen al rey la modernización de las murallas. Con este objetivo, en 1550 llegó a la isla el ingeniero Hugo de Cesano que reforzó las defensas de la ciudad proyectando algunos bastiones (el del Sitjar, el del Socarrador y el del Capellans), pero estas obras fueron del todo insuficientes. La defensa de la ciudad requería una reforma integral de las murallas. Por ello, en 1574, Felipe II envió a otro ingeniero, Giovan G. Palearo Fratino, El Fratín, para que proyectase unas nuevas murallas capaces de hacer frente a la artillería pesada: nuevas murallas articuladas mediante baluartes.

Los baluartes eran fortificaciones avanzadas al lienzo de muralla, pero de mayores dimensiones, con amplias terrazas desde donde divisar al enemigo y defendidas por grandes cañones. Además, estos baluartes estaban unidos por un lienzo de muralla, no tan alto como el medieval, pero sí mucho más grueso y no vertical, sino en talud, capaz de rechazar el fuerte impacto de los proyectiles. Las obras de las nuevas murallas se iniciaron en 1575. Se tomó como base de la nueva fortificación la vieja muralla medieval. Con Fratín se construyeron los cinco primeros baluartes: el de St. Pere (o Santa Catalina), el de Urries (estaba al final de la avenida de Jaume III); el del Sitjar (estaba en la intersección del Paseo Mallorca y la calle Rubén Dario); el de la Porta Plegadissa (en la confluencia de las Avenidas Alemanya y Comte de Sallent) y finalmente el de Sta. Margalida o Porta Pintada.

En 1902 se empezaron a derribar las murallas de Palma. En 1905 se empezó a urbanizar la actual plaza de España. En 1908, la puerta medieval de Sta. Margalida (ubicada en la calle de St. Miquel), por donde había entrado las huestes de Jaime I en 1229, fue declarada Monumento Nacional, pero en 1912 sufrió un atentado, pues fue dinamitada y derruida para disgusto de la ciudad. Con el fin de desagraviar este atentado y recuperar la memoria del rey conquistador, el Ayuntamiento decidió levantar un monumento dedicado en memoria de Jaime I como recuerdo de la entrada del rey en Madina Mayurqa. El Consistorio se dirigió por carta al rey Alfonso XIII para ofrecerle la posibilidad de ayudar a sufragar el monumento del Conquistador, a lo que el rey respondió enérgicamente que no y al mismo tiempo que mostraba su indignación por el derribo de la puerta de Santa Margarita.

La finalización de la plaza coincidió con la inauguración del monumento dedicado al rey Jaime I que tuvo lugar el día de San Sebastián de 1927.

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Fecha última modificación: 26 de agosto de 2024